grabados rupestres

donde se unen la tierra y el cielo

donde se unen la tierra y el cielo
En La Palma, la arqueología y la astronomía han cruzado las miradas, unos al suelo y otros al cielo, para coincidir en una misma dirección, interrelacionando las observaciones hasta confirmar la importancia de los atros entre los antiguos habitantes de Benawara.
“adoraban al Sol, la Luna y otros planetas” (Alvise Ca’da Mosto, 1455-1457)

"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).





viernes, 29 de febrero de 2008

El modelo de relaciones según el pensamiento awara

Como muchos siguen creyendo, un pueblo no es la suma de sus utensilios y objetos. De una manera sencilla, la sociedad es un sistema total de relaciones que engloba tanto el aspecto material como el espiritual. Forma una estructura, un orden o un sistema regido por una cohesión interna inaccesible para el observador (investigador) de un sistema (método de trabajo) lineal (sólo arqueológico).
Cada sistema es particular, está regido por un código que permite, si el investigador logra descifrarlo, su traducción a otro sistema racional. Como creemos que las cosas son vehículos de relación, captar el todo es explicar las partes, casi lo mismo que captar las partes es explicar el todo.
Nuestro modelo de investigación nos ha facilitado la modificación de la imagen que teníamos del mundo y de los pueblos prehistóricos. Comprendimos que en la naturaleza están las respuestas a estos sistemas. El paisaje, en apariencia desordenado (volcanes, rocas, coladas, barrancos, roques, montañas, valles, lomos…), tiene un sentido oculto que reúne al espacio y al tiempo, pues el paisaje es diacrónico y sincrónico al mismo tiempo.
Hoy nos jactamos de saber leer tratados complejos en los campos más variados de la ciencia, pero somos casi analfabetos en la lectura de la naturaleza. En general el progreso se mide por el dominio sobre el medio natural. Tan sobrados que estamos y ahora empezamos, no todos, a darnos cuenta que es vulnerable. Estar por encima de la naturaleza es de moderno y avanzado, aunque termine (la naturaleza) por destruirnos. Las culturas “primitivas” si lo sabían y por eso, la respetaron, la cuidaron y formaron parte integrante de ella misma.
Lo mejor y peor que se puede decir del progreso es que ha cambiado al mundo. Lo mejor y lo peor que se puede decir de los pueblos antiguos es que apenas si han cambiado al mundo. Amaron, cuidaron y adoraron a la naturaleza, tendiendo un arco entre la naturaleza y la cultura.
Se ha dicho que el pensamiento antiguo es irracional, global y cualitativo mientras que el de la ciencia es exacto, conceptual y cuantitativo. Si esto fuera cierto, existirían dos lógicas de actuación, dos lógicas de ver el mundo. Esto lo apreciamos sólo por los fines a los que aplicaban sus razonamientos. El pensamiento awara parte de la observación minuciosa del paisaje y de las partes que integra, las clasifica por cualidades y enseguida las integra en un sistema de relaciones de lógica simbólica y atemporal, tanto de carácter binario (grabado rupestre-Sol, canales y cazoletas-Sol), como triple (amontonamiento de piedras-montaña-Sol). Los awara se obstinaron a ser fieles a una imagen atemporal en la que ven su origen y su modelo invariable de su acontecer, como mínimo durante casi dos milenios. Su visión del tiempo cíclico engloba una estructura circular que es el cosmos, se repite pero nunca es el mismo, al igual que los miles de trazos (grabados rupestres) que van dibujando meandros, círculos y semicírculos concéntricos, espirales y toda gama de combinaciones geométricas que se desparraman por la geografía insular.

lunes, 25 de febrero de 2008

La geografía de los petroglifos

Las manchas rojas posicionan los lugares con más o menos estaciones de grabados rupestres awara en la isla de La Palma (Canarias).
Destacan 3 zonas: Costa de Garafía, cumbres de La Caldera de Taburiente y Pico Bejenado (El Paso) y dos pisos altitudinales: franja costera, por debajo de los 600 m y cumbres, por encima de los 2000 m.
La franja de medianías (entre los 700 y los 1500 m) presenta grandes vacíos, con algunas muestras excepcionales en el municipio de Garafía. La gran excepción es la montaña sagrada de Pico Bejenado, con abundantes estaciones y motivos rupestres en la base y en los lomos que van ascendiendo a su máxima altura (superior a los 1.800 m).

jueves, 21 de febrero de 2008

La autenticidad prehispánica de los grabados rupestres. Una muestra en Roque Teneguía.

La inmensa mayoría de las imitaciones de los petroglifos awara que encontramos en los propios yacimientos prehistóricos o en las cercanías, suelen ser sencillas rayas, poco trabajadas, de trazo muy fino, realizadas con algún objeto metálico como la cuchilla de una navaja. La forma geométrica más dibujada es la espiral y suelen realizarse en los lugares de paso de personas que van atraídas por los símbolos prehispánicos y dejan su burda huella, a veces, sobre el propio motivo awara. Una de las mejores imitaciones la encontramos en la parte media/alta, en el extremo sur de Roque Teneguía (Fuencaliente).



Roque Teneguía forma parte del Parque Natural de Cumbre Vieja; se sitúa a unos 418 metros de altitud sobre el nivel del mar, en la falda SW del volcán de San Antonio. Es un promontorio de fonolita haüynica y de color pálido amarillo-rosado, resultado de una formación geológica muy antigua, al que se le calcula una edad aproximada de unos 600.000 años.
Alguien contemporáneo a nosotros, maravillado o por empatía, se le ocurrió grabar un motivo a modo de semicírculos concéntricos, jugando con meandros que van girando sobre sí mismo, abarcando dos caras de una roca en disposiciones oblicuas. Mide 34 x 18 cm y para su ejecución se empleó la misma técnica prehispánica de picado medio y ancho, con cierta profundidad, lo suficiente como para romper la capa superior de la roca y dejar al descubierto surcos de tonos claros en los que todavía el tiempo no ha dejado su huella en forma de pátina. El resto de los más de 130 motivos que contiene el Roque han perdido la diferencia cromática entre lo natural y lo tallado. Además, los líquenes sólo están presentes en los bordes que rodean al motivo y no lo han afectado como sucede en otros muchos casos. Para su realización, es probable que se utilizara un objeto metálico.
Otra prueba irrefutable de su falsa identidad awara es su orientación (180º LN) que no corresponde a la intención solsticial, a ninguno de los cuatro puntos sagrados, ni siquiera equinoccial, del resto de los paneles y motivos que se encuentran en el Roque.

lunes, 18 de febrero de 2008

Interpretación hermenéutica del simbolismo de los grabados rupestres awara

La hermenéutica (del griego ερμηνευτική τέχνη, hermeneutiké tejne, arte de explicar, traducir, o interpretar) viene a esbozar un proyecto de compensación del incapacitado racionalismo occidental para buscar el sentido, motivo último de la búsqueda hermenéutica. En consecuencia, recurrimos a la interdisciplinariedad para acercarnos al mecanismo cognitivo que participa en la construcción del conocimiento y en el funcionamiento de la memoria. La hermenéutica, el conocimiento, no podrá ya limitarse a la observación, la numeración, la clasificación o la mera descripción arqueológica, sino que deberá postular con rigor un nuevo modo de pensar, de investigar y dar sentido a la pluralidad de la experiencia humana. Esta hermenéutica es para nosotros un estilo de vida que nos abre a otros mundos y a otras racionalidades, desde lo particular a lo global; deja más espacio a la creatividad, a un imaginario que como proyecto denominamos “Iruene-La Palma”.
Cuando hablamos de la significación de un símbolo debemos operar en varios sentidos, niveles o campos, todos válido e interrelacionados, pues el símbolo es una figura (por ejemplo, un grabado rupestre) que genera ideas y se vincula a un sentido que se manifiesta, se encarna en y por la imagen. De este modo, se transfigura y constituye el modelo mismo de la mediación de lo eterno en lo temporal, lo cual lo convierte en teofonía. Con palabras de Luis Garagalza* “constituye un mundo en el que el tiempo está detenido, embalsamado y embalsado, absorbido por el espacio… Se ubica plenamente en la inmediatez del instante. Cada imagen se multiplica en el espacio engendrando un lujurioso enjambre de imágenes isótopas”. Es la imagen de una cadena cuyos eslabones se unen y suceden unos tras otros. Debemos asimilar que a través de la figura se manifiesta un sentido; se da una pregnancia, una homogeneidad.
El símbolo es muy importante para un pueblo preaxial como el awara, requiere de la intervención del hombre, pero no se deja imponer la interpretación. Se resisten a una interpretación apresurada y superficial. Dice y no dice. “Nunca se da a comprender de forma definitiva: aparece cada vez que una conciencia es llamada por él a nacer, es decir, a erigirlo en la cifra de la propia transmutación” (H. Corbin).

La terrible variedad de significados que los arqueólogos han dado a los grabados rupestres de Canarias son verdaderos “castillos en el aire”. No se ha tenido en cuenta la mentalidad antigua, la representación de un conocimiento sociocultural mítico. Los símbolos enmascaran y revelan, esconden y manifiestan; no significan por sí mismos y se manifiestan como centro sagrado constitutivo de la identidad colectiva que proporciona interpretaciones del mundo de tipo cosmológico. Entonces, cualquier estudio o aproximación de una obra u objeto ritual, deberá hacerse con una referencia última al mito que subyace oculto en su fondo. Así pues, sólo un método basado en la convergencia de los símbolos en torno a ciertos núcleos organizadores consigue captar su significación.

Para nosotros hoy, el símbolo es la representación de una realidad inteligible. “La hermenéutica espiritual nunca puede estar conclusa porque el símbolo es inagotable, ya que tiene que ser asumido y cumplido por cada intérprete que intenta desvelarlo. Existirá un sentido oculto siempre que exista un exegeta que cumpla el sentido del símbolo. Así, pues, el símbolo se personaliza ya que se asume complicándose con su contenido. Frente a la abstracción alegórica, el símbolo es vivido por el que lo interpreta confiriéndole características personales al símbolo mismo” (José Antonio Antón, www.geocities.com/antologia_hermes/107anton.htm).
Los grabados rupestres de La Palma, realizados en otros tiempos, son para disfrutarlos, vivirlos, sentirlos, siendo difícil explicar a otros su significado. Fuera de lugar, los significados están muertos. Si no somos capaces de llegar a establecer una definición cerrada y definitiva, pues la evanescencia del símbolo no se deja atrapar en una fijación y delimitación conceptual, a lo mejor si que podemos encontrar un diálogo, los principios y el sistema coherente que lo rigen. En estos momentos, en nuestra isla de La Palma lo tenemos al alcance de la mano: los awara buscaron deliberadamente aquellos soportes (piedras) cuyas superficies están orientadas hacia las posiciones extremas del Sol (solsticios), marcando los cuatro pilares del cosmos, donde nace y muere simbólicamente la Gran Madre Sol cada 21 o 22 de junio y diciembre.
Hermes Trismegisto, antiguo maestro egipcio, en su obra “Corpus Hermeticum”, señala que “Egipto es la imagen del cielo y la proyección en este mundo, de todo el ordenamiento de las cosas celestes”. Esta descripción de una génesis y una cosmogonía de modelo original guarda una clara similitud con lo que estamos revelando en la isla de La Palma. No se trata de ninguna irracionalidad; detrás de su destino manifiesto se esconde otras significaciones ocultas. ”Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen . Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo” (Dan Sperber, 1988).
Todo aquel que quiera encontrar respuestas en la simbología de los grabados rupestres debe saber que su interpretación depende del contexto religioso, las réplicas están en otra parte. Para dar más pistas, en el cosmos.
Sólo a partir de aquí podemos seguir avanzando.

* Garagalza, L. (1990): “La interpretación de los símbolos”. Antropos.
- Sperber, D. (1998):”El simbolismo en general”. Antropos.

viernes, 15 de febrero de 2008

La religión "preaxial" awara

Parece elocuente pensar que somos el resultado de un estilo social. Los modelos científicos derivan de la razón, pero cuando tratamos de reconstruir una sociedad ancestral y nuestro método falla, debemos buscar alternativas. Qué razonamiento podemos emplear cuando vemos que el cielo y la tierra han dejado de ser sagrados para convertirse en un recurso económico. Una educación puramente racional no basta. Los hechos lo demuestran y los arqueólogos, hasta el momento, no han dado ninguna explicación al tipo de pensamiento religioso prehispánico. Es más, creen que no hay solución a este tipo de interrogantes. La arqueología ha tomado un giro estéril y la realidad está fuera del alcance de sus métodos de trabajo.
Tenemos que aprender a ser autocríticos y admitir nuestra ignorancia. Una vez asimilada, estaríamos mejor situados para buscar otros caminos más fructíferos. La Universidad no se ciñe a un aulario, un departamento y una biblioteca; la Universidad existe en el espacio físico, y para doctorarse en la naturaleza hay que aprender a mirarla, a sentirla para entenderla mejor. Las clases prácticas son un ejercicio de arqueología espiritual. Algunos catastrofistas creen que en investigación arqueológica se ha llegado al techo, que poco o nada más relevante se nos puede manifestar.
En los momentos más turbulentos de guerras y cambios religiosos en el mundo (900-300 a. C.), todo el Mediterráneo se tambaleó con la sucesión de imperios y pueblos dominadores que conquistaron el norte de África, introduciendo los nuevos conocimientos de la “Gran Transformación axial” *, pero a los que escaparon numerosos pueblos nómadas bereberes, entre otros. Cuando las ideas religiosas púnicas, fenicias, griegas, romanas, cristianas e islámicas se sucedían en supremacía por el Magreb, el Archipiélago Canario permanecía aislado de todo, perviviendo con sus costumbres preaxiales hasta finales del siglo XV.
Con anterioridad, desde el 10.000 a. C., e incluso antes, empezó a fraguarse un tipo de creencia primigenia en un dios/a celeste, asociado con el firmamento, que todo lo abarcaba y en el que todos estaban sujetos a un orden cósmico. Incluso los dioses tenían que obedecer ese orden y cooperaban con los seres humanos en la preservación de las energías divinas del cosmos. El médium era el sacrificio de animales, práctica universal perfectamente documentada por la arqueología en Canarias. Acudían a una repetición de gestos, empezando, con cada ciclo solar, un nuevo proyecto mediante rituales que representaban la cosmología original (canales y cazoletas en verano y amontonamientos de piedras en invierno). El mundo sagrado era el prototipo de la existencia humana. En la religiosidad preaxial el sujeto no tenía individuación religiosa ante la divinidad, sometiéndose simplemente al movimiento comunitario para aplacar a los dioses o conseguir protección ante los desastres naturales. Las preaxiales son religiones cósmicas, fundidas con la naturaleza. Son, así mismo, religiones de etnia, de tribu, o de clan. Los antiguos habitantes de la isla de La Palma se llamaban a sí mismos awara, sin formar un grupo étnico diferenciado, de modo que ese término no era racial, sino una afirmación de orgullo, de pueblo. Junto a otros pueblos del norte de África formaron una red dispersa de grupos que compartían una cultura común, llegando a Canarias con las mismas tradiciones culturales y religiosas.
Su objetivo es conservador: preservar el orden, alimentar la unidad de la comunidad dentro de una visión tradicional y reclamar la fidelidad de sus miembros, mantener la armonía del ser humano con la naturaleza frente a la amenaza del caos, atraer la bondad de los dioses sobre la comunidad, asegurar el buen orden de las estaciones climáticas y alejar los desastres y la ira de los dioses. Pretenden fundamentalmente conservar la vida, no su transformación. El sistema religioso preaxial trata de conservar el equilibrio entre el bien y el mal y prevenir toda posible amenaza, pero no tiene en vista la transformación de la situación humana.
Los awara colonizaron una isla que pasó a ser benawara (la isla [la tierra] de los awara). Su horizonte es el mar, cuidaron sus rebaños de cabras, ovejas y cerdos. Sus asentamientos eran muy humildes, aprovechando las cuevas más espaciosas, construyeron cabañas modestas y uniformes que indicaban una sociedad igualitaria, donde la riqueza estaba distribuida de forma bastante igualitaria. No era un pueblo guerrero; a parte de las escaramuzas entre familias y facciones, no tenían ni enemigos no ambición por conquistar nuevos territorios en islas adyacentes. Celebraron fiestas para resaltar la solidaridad. Establecieron acuerdos firmes y vinculantes sobre los derechos de pastos, la cría de ganado, el matrimonio y el intercambio de bienes. Era una sociedad oral, no hacían efigies de sus dioses y usaban el ritual para mantener el orden del mundo. Estas acciones ceremoniales podían controlar las fuerzas de la naturaleza y hacer que la lluvia llegue en su tiempo y que los cuerpos celestiales permaneciesen en sus cursos fijados. El cielo se podía comunicar con la tierra y los humanos podían compartir la comida con los antepasados y los dioses. Tenían sus santuarios al aire libre, experimentaron el paisaje como algo rico en sentido espiritual, reverenciaron los elementos más destacados de su territorio (roques, montañas…), establecieron los cuatro puntos solsticiales y, por encima de todo, se veneraron una diosa del cielo (Abora). Los awara, al igual que Idafe, vigilaban y seguían los caminos del Sol. Era una religión pacífica y amable.

* Karen Armstrong (2007): “La Gran Transformación”.

lunes, 11 de febrero de 2008

La magia de los balidos de los rebaños prehispánicos

Conocemos, en buena parte, el régimen de ocupación de espacios pastales de costa, medianías y cumbres, tanto en invierno como en verano, que los awara desplegaron como modelo de subsistencia y que nuestros cabreros heredaron hasta hace unas décadas. Vivir de la ganadería en una tierra donde el régimen de lluvias es irregular (Islas Canarias) desencadenaba, al menos durante los períodos de sequía, una mirada diferente al cielo, hacia el lugar de donde procede la fertilizadora agua que riega la tierra y hace crecer los pastos que alimentan las manadas. La falta de lluvias desataba el drama de la subsistencia.
En los momentos críticos, los pastores prehispánicos de la Isla conducían sus rebaños, en procesión, hasta lugares llanos en altura, lo más cerca del cielo, para establecer un diálogo con los Seres Superiores. El método comúnmente utilizado era separar las crías de ovejas y cabras de sus madres, encerrándolas en un recinto cerrado con un muro de rocas y ramaje, lo bastante alto como para que no puedan salir, ni las madres entrar, De este modo, se privaban de tomar alimentos durante varios días; así los balidos desesperados del ganado se confundían con los lamentos y gritos de un pueblo que reclamaban la atención divina en petición de la fértil lluvia. Era un intento desesperado por despertar la compasión de los dioses.

“... Más cuando los temporales no acudían, y por falta de agua no había yerba para los ganados, juntaban las ovejas en ciertos lugares que para esto estaba indicados, que llamaban baladeros de las ovejas, e incando una vara o lanza en el suelo, apartaban las crías de las ovejas y hacían estar las madres alrededor de la lanza, dando balidos; y con esta ceremonia entendían los naturales que Dios se aplacaba y oía el balido de las ovejas y les proveía de temporales” (Fray Alonso de Espinosa, siglo XVI).

“…Cuando habían menester agua y tenían alguna necesidad, tomaban las ovejas y cabras, y con ellas se juntaban todos, hombres y mujeres y niños en ciertas partes; y allí las tenían dando voces toda la gente y el ganado balando, alrededor de una vara hincada en el suelo, sin que comiesen, hasta que llovía…” (Fray Abreu Galindo, siglo XVI).

Los topónimos “baladero” y/o “bailadero” existen en casi todas las Islas Canarias, se encuentran en lugares elevados, importante atalayas con amplias panorámicas del paisaje y del cielo. Parecen tener una relación o simbiosis con los lugares en los que también se realizaron prácticas brujeriles. En Tenerife es donde más bailaderos existen; la tradición ha cambiado el topónimo de "bailadero de los guanches" por "bailadero de las brujas", ya que en muchos de ellos existe la creencia de ser un lugar ritual de reunión de mujeres dedicadas a celebrar ritos propios de brujería. En el resto de las islas se conservan casi una veintena: La Gomera, El Bailadero junto a la ermita de San Isidro de Epina, en Vallehermoso y El Bailadero, en el monte del Cedro. En El Hierro, El Bailadero del Sabinar. En Lanzarote, El Bailadero por la zona de los Jameos, en Haría. En Gran Canaria, Bailaderos de Abajo, en San Bartolomé de Tirajana (Raúl E. Melo Dait. www.palimpalem.com/1/MELODAIT/body10.html). En La Palma, El Bailadero en Hoya Grande, Lomo del Bailadero y Llano Las Brujas, cerca de la fuente de Lacandia, todos ellos en Garafía, El Bailadero en La Laguna de Barlovento y el Llano de Las Brujas, en El Paso. No obstante, en ninguno de estos lugares se ha encontrado huellas materiales visibles de construcciones que se puedan relacionar con dichas prácticas.
Vamos ahora a trasladarnos a uno de esos lugares enigmáticos que reúnen los componentes necesarios para ser considerado un verdadero “baladero”. Se trata de un recinto amurallado situado por encima de Dormitorios Bajos, donde termina el pinar, cerca de la base del destacado Pico de La Cruz, a caballo entre los municipios de San Andrés y Sauces y Barlovento, a una cota de 2100 m.
La geología viene determinada por una voluminosa colada lávica, a modo de dique, con predominio de grandes rocas redondeadas, muy deterioradas por el tiempo y sus agentes erosivos. El paisaje que se puede admirar es espectacular: hacia el sur se encontramos los picos de PiedraLlana, Cotillón, La Fortaleza; hacia el oeste Morro Negro, Pico de La Cruz y Morro de La Cebolla. La silueta de la isla de Tenerife la podemos admirar en dirección E/SE. La biodiversidad más próxima viene definida por el predominio del codesar, algunos ejemplares de pinos y varios cedros
La primera vez que vimos este lugar fue en 1999. Nos marchamos sin saber su utilidad. Nuevas visitas, en años posteriores, nos fueron dando pistas de su posible asociación prehispánica y su probable uso, descartando otras opciones similares no relacionadas con la práctica ganadera. La primera referencia escrita la publicamos en “Abora” (pp 154, 2006). Un año después aparece recogido por Jorge Pais “El Bando Prehispánico de Tagaragre” (pp 289, 2007) como un Tagoror (supuesto lugar de reunión en el que se tratan los asuntos más relevantes de la comunidad). Creemos que este espacio de Pico de La Cruz es demasiado grande, con un muro monumental, expuesto a los vientos, innecesario, pues, para esa supuesta función en un lugar bastante alejado de los poblados permanentes.
Los restos de industria son muy abundantes. Es importante la presencia de fragmentos cerámicos de casi todas las fases en los alrededores del recinto amurallado, especialmente en su fachada E/SE. También constatamos la presencia de algunas piezas líticas de dique, basalto gris y vítreo.
Muy cerca del recinto, apenas unos 7 m hacia el N/NE, se localizan restos de fondos de unas 5 cabañas. Algunas sólo intuyen su presencia y tan sólo dos conservan pequeños muretes.
fondo de cabaña
Por otro lado, no nos sorprende la presencia de dos amontonamientos de piedras (claro ejemplo de la sacralidad del lugar). Uno se encuentra dentro del recinto amurallado, a unos 3 m del extremo norte del muro. Se trata de un pequeño apilamiento de piedras circular, construido aprovechando una roca madre sobre la que se apilaron otras piedras (unas 10), para dar forma a un perímetro de unos 5 m. El fondo se recubrió de de tierra y cascajos, que están a la vista puesto que parte de sus piedras fueron removidas y dispersas por los alrededores. Tiene un diámetro de 1,40 m y una altura que alcanza los 0,70 m. Su estado de conservación es lamentable. Bajo una de las rocas del perímetro encontramos un fragmento de cerámica prehispánica sin decoración.
amontonamiento I
El otro amontonamiento se encuentra a unos 25 m, en dirección sur, alineándose con el Pico de La Cruz. Se levantó sobre una roca madre a la que se superponen otras piedras medianas y pequeñas, formando un perímetro de 6 m, para lo que se utilizaron unas 8 rocas grandes. Alcanza un desarrollo de 1,5 m de diámetro y 1 m de altura. Se encuentra derrumbado por la cara norte y contiene unas 25 piedras grandes y medianas y más de 30 pequeñas, usadas como relleno.
amontonamiento II
Ya hemos demostrado, en otros trabajos, que la presencia de estos dos amontonamientos guardan una clara relación con el comienzo del Nuevo Año awara, coincidiendo con el solsticio de invierno, momento mágico cuando asoma el Sol por detrás de la silueta de Tenerife. Por lo tanto, la presencia de estas estructuras en relación con el recinto nos da una información privilegiada para presuponer el preciso instante de la celebración del ritual que recogieron nuestros cronistas en el siglo XVI. Tengamos en cuenta que la pieza principal del ritual son las nuevas camadas y éstas surgen en diciembre, momento prioritario para tener pastos frescos. Todo va encajando.
Por otro lado, no nos olvidamos, aunque dudamos de su autenticidad aborigen, de la mayor concentración de cazoletas naturales de La Palma (en la zona comprendida entre Dormitorios Bajos y Pico de La Cruz), aisladas o formando pequeños grupos, sin canalillos artificiales, creadas por la acción erosiva del agua sobre este tipo de roca; los pocos canales que se aprecian son producto del rozamiento y erosión del agua que se desborda desde las cazoletas. Precisamente sobre la roca más grande que contiene el reciento se despliegan dos cazoletas, de 18x10 cm de ancho y profundidad y 11x7 cm.
cazoletas
Centrémonos en el recinto. Se encuentra sobre un rellano abierto, es prácticamente redondo y mide unos 16 m de diámetro de este a oeste y 15 m de norte a sur. Fue construido con grandes piedras redondeadas, con incrustaciones de cristales negros, hasta dar forma a una pared de piedra seca que, en algunos lados, alcanza un grosor de 2 m. Su sistema constructivo combina una y dos hileras de grandes piedras, con el centro relleno de rocas más pequeñas, aunque todavía voluminosas. La forma redondeada se recoge un poco en la cara norte para salvar un escalón en el terreno. Aquí el muro pierde casi toda la altura, puesto que las piedras se han caído hacia fuera. Es la zona de mayor concentración de líticos de basalto gris y fragmentos cerámicos (tres sin decoración y otros dos de la fase IVb, pegados a la pared).
abundante presencia de líticos
Siguiendo una dirección este, las rocas del muro van siendo cada vez más grandes. Más al SE, el muro se vuelve a adaptar al terreno para salvar otro escalón, adquiriendo una forma casi rectilínea de unos 8 m. Aquí se encuentra casi a ras de suelo con numerosas piedras derrumbadas. En el sur vuelve a alcanzar grandes dimensiones, en cuyas paredes encontramos algunas lajas. En el SO es donde el muro alcanza el máximo grosor con 1,50 m.
trozo del muro exterior del reciento
En el interior del recinto existen algunas rocas madres de tamaño variado y otras sueltas, abundante codeso y líticos dispersos.
Al menos de momento, no existe en La Palma parangón a este tipo de construcciones en las cumbres de la Isla. Lo más cercano son los corrales, aunque éstos se construyeron en fondos de barranco, al socaire de la brisa, pegados a pequeñas cavidades que sirvieron de refugio a los pastores y su sistema constructivo es muy espontáneo, adaptados al espacio del barranco, con sencillos muros de piedras pequeñas, que en nada tienen que ver con el aparente “baladero” que hemos descrito aquí. La importante concentración de restos arqueológicos (cabañas, cerámica, líticos, amontonamientos de piedras, cazoletas) nos acercan a un recinto con un claro perfil ritual. Sin duda, poseemos un bonito ritual que forma parte de nuestro acervo patrimonial más ancestral.
Un resumen de este artículo fue publicado en el periódico La Voz de La Palma, nº 296, febrero de 2008.
recinto amurallado cubierto de codeso

domingo, 10 de febrero de 2008

La conexión de los símbolos

Abordar un tema como este rodeado de un ambiente académico y universitario basado exclusivamente en el materialismo histórico, es hacer el ridículo. Sin embargo, los recientes avances en el conocimiento del pensamiento antiguo en Canarias nos obligan a modificar los métodos y los resultados de los trabajos arqueológicos. Desde que reinventamos una interpretación por medio del penetrante trabajo de campo, contemplado con otras ópticas ecológica, paisajística, antropológica, filosófica, geográfica, histórica de las religiones, astronómica y otras ciencias sociales, alcanzamos la conciencia que el proceso del conocimiento es nuestro destino como comprensión del mundo (o de su sentido) a través de sus expresiones culturales y simbólicas, alrededor de las cuales todo se organiza.
La mentalidad moderna sigue una línea de razonamiento que se remonta desde los efectos hasta sus causas materiales, mientras que los antiguos, poseedores de una lógica o método de pensamiento diferente, buscaban la razón en el mundo espiritual.
Las cosas no son lo que aparentan. Los símbolos (tan presentes en la isla de La Palma) intentan definir una realidad abstracta, sentimientos o ideas, bajo la forma de imágenes u objetos. Estos símbolos son una explicación del mundo (su mundo). Para decirlo como Henri Corbin, “anuncia un plano de conciencia diferente a la evidencia racional, es la esfera de un misterio, el único medio de decir aquello que no puede ser aprehendido de otra manera, no está jamás explicado de una vez por todas, siempre ha de ser de nuevo descifrado”.
Los módulos y canales a través de los que nos comunicamos son muy dispares y complejos. Para llegar a los dioses, los humanos realizan diversas acciones expresivas directas que funcionan como señales, signos y símbolos. En otras ocasiones el vínculo es indirecto (obras de arte arquitectónicas, escultóricas o pictóricas).
Los signos -en nuestro caso amontonamientos de piedras, grabados rupestres, canales y cazoletas- no se presentan aislados, como muchos todavía parecen creer; forman parte de un conjunto que funcionan dentro de un contexto cultural específico. Por eso, transmiten información cuando se combina con otros del mismo contexto. Sólo entonces, cuando un signo representa a otro, se convierte en símbolo. En La Palma están estandarizados, son armónicos, paradigmáticos. El mecanismo que hemos descubierto parte de un concepto previo en la mente del awara que sirven de representaciones de las ideas metafísicas. Por eso, se le busca relación con una imagen sensorial (objeto o acontecimiento) y viaja hacia el objeto del mundo exterior deseado:

amontonamiento de piedras ------------ montaña ------------ diosa Sol
grabado rupestre------------- solsticios --------------- diosa Sol
canales y cazoletas ------------ solsticio de verano --------- diosa Sol

Todos se agrupan como conjuntos y sus significados dependen de su distinción. Dan una respuesta determinada por la cultura.
Tenemos conciencia de una gran dificultad en todas estas cuestiones, y es que estamos tratando con objetos y acciones que conectan con el mundo exterior. En el núcleo de la cuestión está el reconocimiento de que el hombre es mortal. Reconocemos nuestra impotencia y, por eso, acudimos al otro ser, al otro espacio y al otro tiempo. La práctica religiosa es una respuesta a este interrogante.
Vamos a dar respuesta sencillas a dos preguntas trascendentales: ¿Dónde está el otro mundo? los awara buscaron la respuesta en el cielo. En consecuencia, ¿dónde están las conexiones? en los santuarios dispersos por la Isla. El templo es el centro del mundo, correspondiendo al tiempo y al espacio la necesidad de su re-creación periódica.
Todos los espacios sagrados awara resumen la génesis de su mundo; por medio de sus vehículos (rocas grabadas, talladas y/o agujereadas, montículos de piedras) se aproximan al cielo, en concreto con el Sol y otros astros, como imágenes ligadas a la idea de creación y resurrección, maquinadas en los momentos extremos del Sol (los solsticios).
El rico simbolismo de los grabados rupestres nos traslada al propio ciclo de la vida, al eterno presente. Así mismo, el simbolismo de los amontonamientos de piedras sólo se puede comprender en relación a la altura (la montaña) y al cosmos. Como ombligos simbolizan la montaña cósmica y marcan el momento (con la primera aparición del Sol de navidad) del renacimiento del nuevo año.

jueves, 7 de febrero de 2008

Los grabados rupestres del Lomo de La Cumbre Vieja o Siete Fuentes (Garafía)

El lugar se encuentra sobre los 2.240 msnm, dividiendo las dos espectaculares cabeceras de los barrancos de Los Hombres y El Barbudo. Está totalmente invadido por un cerradísimo manto de codeso que dificulta su acceso, destacando un rosario de diques que discurren en la misma dirección del lomo.
Hace ya más de 15 años que sorteamos, con muchas dificultades, los retorcidos codesos para buscar, entre las paredes de los diques y rocas adyacentes, restos prehispánicos. Descubrimos dos petroglifos meandriformes.
Recientemente volvimos al lugar para realizar fotos digitales y describir sus características sin poderlos encontrar; no obstante, descubrimos otros 5 petroglifos nuevos.
1.- Meandriforme situado sobre una roca desprendida de un dique cuyas espiras se cierra dibujando una herradura. Mide 12x10 cm y se encuentra mirando al cielo. Fue realizado con una técnica de picado fino y poco profundo. Su estado de conservación es aceptable.
2.- En el mismo dique, unos 10 m más abajo, encontramos 3 motivos casi unidos: dos motivos de círculos concéntricos y unas grecas.
2.A. El primero mide 18x13 cm. El soporte donde se encuentra se adapta a un escalón que forma la roca. Se elaboró mediante una técnica de picado fino y profundo. Su estado de conservación es malo.
2.B. El segundo motivo mide 20x20 cm, fue así mismo realizado con la misma técnica del anterior, aunque peor conservado.
3.- El tercer motivo está prácticamente unido al anteriormente descrito y representa unas grecas. Forma parte del mismo panel.