grabados rupestres

donde se unen la tierra y el cielo

donde se unen la tierra y el cielo
En La Palma, la arqueología y la astronomía han cruzado las miradas, unos al suelo y otros al cielo, para coincidir en una misma dirección, interrelacionando las observaciones hasta confirmar la importancia de los atros entre los antiguos habitantes de Benawara.
“adoraban al Sol, la Luna y otros planetas” (Alvise Ca’da Mosto, 1455-1457)

"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).





miércoles, 3 de febrero de 2016

El espíritu de la montaña entre los antiguos canarios

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”. Ingmar Bergman
 
Vivimos en un archipiélago de mágicos paisajes donde la belleza cautiva por su originalidad. La mayoría de las islas poseen abruptas cumbres con imponentes desniveles que incitan a la admiración, a las emociones, incluso en aquellas islas más bajas, las elevaciones volcánicas emergen de la planicie con fabuloso cromatismo y distinción. Ellas mismas (las montañas) incitan a recorrerlas, a estar y permanecer, a vivirlas y a descubrir su interés cultural. Todavía hoy permanece un halo de espiritualidad que acompaña a muchos de los que escuchan y sienten la fuerza de la eminencia. Por ello, aventurarse por la montaña siempre ha representado una empresa rica en implicaciones anímicas, relacionadas con la ascensión y, a menudo, narradas mediante símbolos fuertemente arraigados en la mitología. Así pues, podemos constatar que el arquetipo de ascensión se revela ya en los comportamientos religiosos de la prehistoria y, luego, se consolida en la realidad cultural del ser humano mediante múltiples connotaciones que oscilan entre religión y superstición, leyenda e historia.
Círculos sagrados sobre la cima de Los Horgazos (Gran Canaria).
Círculos sagrados sobre la cima de Los Horgazos (Gran Canaria).
Prácticamente todas las culturas y civilizaciones han divinizado una o varias montañas y las han personificado de manera particularmente significativa en el interior del misticismo local. Por ello, acercarnos a la majestuosidad de la montaña es todo un ejercicio de arqueología espiritual. Cualquier saliente rocoso destacado en el terreno puede ocupar un lugar enfatizado en el paisaje mitológico de muchos pueblos, encima, si esos salientes se encuentran en las alturas se pueden convertir en morada de las divinidades. Es normal encontrarlas con un buen número de significados: la montaña en los relatos cosmogónicos y legendarios, la montaña como morada de espíritus, la montaña como residencia divina, la montaña del mundo, la montaña personificada y objeto de culto y la montaña sagrada artificial: pirámides, túmulos…
Ahora estamos en mejores condiciones de poder dar respuesta a los numerosos interrogantes que nos plantea la vinculación entre los primeros canarios y las cimas. Por ejemplo ¿qué paradigmas de contacto practicaron los canarios con la montaña? ¿Qué características físicas fueron significativas? ¿Qué tipo de respuestas se pueden obtener sobre la base de los registros literario y arqueológico? ¿Por los restos encontrados, podemos considerarlas lugares de culto? Los primeros textos etnohistóricos de Canarias recogen perfectamente los principales fundamentos de la sacralidad de la montaña. Valga una muestra en la cita de Leonardo Torriani para la isla de La Palma: “... en la cumbre de las montañas llamadas Tedote; y encima de ésta hacían sus sacrificios de leche y manteca”. Ahora bien, recorrer las montañas más elevadas de las Islas Canarias nos percató de la existencia de otro territorio colectivo cultual cuyo significado nos había pasado desapercibido. Para los antiguos canarios la veneración de la montaña es algo trascendente. En las cumbres más altas, la tierra deja de ser terrenal y se funde con el firmamento. La montaña es el templo más sagrado, eje astronómico y punto central donde el Sol, la Luna y las estrellas se reencuentran todos los años.
Por las cumbres de la Caldera de Taburiente, en la isla de La Palma, se dispersan los únicos (más de 60) amontonamientos de piedras descubiertos en la Isla. Son verdaderas imágenes del mundo de forma circular con un perímetro de grandes piedras que ganan altura al acumularse las rocas en su interior. Establecen un vínculo directo o religación con la montaña más destacada a la vista y el orto solar durante el solsticio de invierno; esto es, el inicio del nuevo ciclo (revista Iruene nº 3, 2011).
Los almogarenes de montaña de Gran Canaria son recintos que van acompañados de torretas que tienen una precisa correspondencia con Las Pléyades en el momento de su ocaso antes del amanecer sobre el Pico Teide, intervalo que sucedía en los primeros días de noviembre para dar inicio a la sementera, la nueva temporada agrícola. El sistema comienza en la Montaña de Altavista y discurre en dirección Sur hasta Llanos de Gamona, gestionándose períodos temporales de 100 y/o 200 años -debido al desplazamiento del cúmulo de Las Pléyades- mediante una docena de almogarenes que se distribuyen por las cumbres de la Isla (revista iruene nº 5, 2013).  
El espacio sagrado tiene por efecto destacar un territorio del medio cósmico circundante y de hacerlo diferente. Se revisten de signos, códigos y lenguajes que indican la sacralidad del lugar, la orientación, las formas… En Canarias son numerosas las elevaciones que sobresalen sobre el territorio que las circunda, siendo muchas de ellas partícipes de una sacralidad otorgada. Llegados a este punto podríamos citar Tindaya (Fuerteventura) que fue tallada de huellas de pie humano, Teide (Tenerife) referencia topográfica para los indígenas de otras islas o el Roque de Agando (La Gomera) como jalón para orientar diferentes construcciones y símbolos rupestres en correlación con el Sol, la Luna y algunas estrellas en instantes muy señalados en sus calendarios (Revista Iruene nº 2, 2010). 

Las estrellas del invierno y la agricultura en la antigüedad de Gran Canaria

La población prístina de la isla de Gran Canaria, al igual que el resto del Archipiélago, despierta un interés enorme ante el reto de poder desvelar algunos de sus numerosos interrogantes. Definir un paisaje sagrado depende, entre otras cosas, de los restos arqueológicos conservados de antiguos cultos descritos en sus descarnadas piedras y su interacción con el marco visual (paisajístico). Es entonces como ciertos lugares, consideraron santos, fueron construidos y se dotaron de elementos predestinados a observar el cielo. Fueron una expresión simbólica de esquemas cosmológicos.
Recreación de Las Pléyades, entrando por el Teide, dando inicio a la sementera. (Miguel Martín)
Recreación de Las Pléyades, entrando por el Teide, dando inicio a la sementera. (Miguel Martín)
Ahora que las estrellas invernales -Canopo, Las Pléyades, Aldebaran, Orión, Rigel, Capella…- están desapareciendo de nuestro cielo para ocultarse hasta la llegada del otoño ¿cómo interactuaron los canarios con el territorio? Lo primero que debemos mencionar es que la base del sustento fuera la agricultura, tanto de secano como de regadío, siendo los cereales (cebada, trigo, habas, leguminosas, higueras) las provisiones elegidas para alimentar una población cada vez más numerosa. Aunque se desconoce el volumen de extensión superficial destinado a la actividad agrícola, la extensión de superficie cultivada debió ser abundante a tenor de las fuentes escritas: “ plantaban e sembraban en muchas partes de la isla los gentiles canarios y tenían sus huertas de arboledas y bosques, asi en las costas como en las medianías y cumbres con que estaba siempre la tierra muy proveida y abastecida de alimentos…” (Fray José de Sosa, 1994).
La observación de los cuerpos celestes permite computar el tiempo y, por tanto, predecir los cambios estacionales en la naturaleza, llegaron a ser particularmente necesarios en el umbral de la agricultura, ya que este modo de subsistencia requiere el debido ordenamiento y la planeación de las labores en el ciclo anual. Las tareas agrícolas ocupaban buena parte del tiempo a la comunidad que debía plantar las semillas, utilizando cuernos de cabra en grupo, con las primeras precipitaciones abundantes, mantener los campos de cultivo limpios de hierba, usar el agua para el riego cuando faltaba la lluvia (para ello fue necesario construir acequias de piedra para conducir el líquido). Luego vendría todo el proceso de la ciega recogiendo sólo las espigas, las pisaban y las aventaban con las manos. Por último, transportaban el grano hasta las casas y los silos comunales controlados por las clases sociales dominantes. Se calcula que existen más de 50 graneros dispersos por la mitad norte de la Isla.
¿Dónde se localizan estos almogarenes o lugares sagrados? Los descubriremos en sitios distinguidos del paisaje para ser utilizados con fines espirituales y religiosos, copiando los arquetipos celestes (cosmología ligada a la construcción). Por ello, disfrutan un profundo carácter simbólico y suelen perdurar en sus formas mientras no cambie el marco de las relaciones sociales. Se nos muestran con formas de casas, círculos de piedras, amontonamientos de piedras, torretas de lajas y presencia de grabados rupestres. Geográficamente -es tan solo una aproximación de ubicación- se dispersa ampliamente por el centro de la Isla entre la imaginaria línea que une Risco Caído y Cuatro Puertas y la línea solsticial que transita por los Llanos de Gamona, desde Altos del Coronadero hasta Mogarenes.
Gobernábanse por el sol de día y de noche por algunas estrellas, según que tenían experiencia de cuando salían y se ponían; ó á la prima ó la media noche ó á la madrugada” (Fray José de Sosa, 1678). Los antiguos canarios reconocieron, en la posición de determinadas estrellas y su vínculo con la topografía, una doble señal para ajustar el tiempo e iniciar la sementera.
1º. Se produce en el momento en que el asterismo de Las Pléyades se ocultaba por detrás del Teide al amanecer, en los primeros días de noviembre, justo cuando empiezan las lluvias más copiosas en Canarias. Este acontecimiento astronómico y topográfico marcaba el inicio de la siembra del cereal. Ajustar esta sincronía requería ir construyendo los almogarenes de cumbre cada 100 o 200 años en dirección Sur ( Revista Iruene nº 5, 2013).
2º. Fructificaba a lo largo del mes de noviembre en determinados sitios costeros, entrando en juego Canopo, Rigel, Orión, Sirio, Capella… ocultándose, al amanecer, sobre un horizonte montañoso destacado en el entorno más cercano. El ciclo sagrado comenzaba en Montaña Bermeja (Telde) cuando Rigel se escondía por la cúspide occidental de Montaña Águeda, distante a 2 km. Una semana más tarde lo hacía la constelación de Orión por el vértice oriental de la montaña.
En la estación rupestre del Barranco de Balos entran en juego el mismo grupo de estrellas que, a principios de noviembre, al alba, coincidían aproximadamente su posición con los elementos naturales (montañas) del territorio.
Por último, en Altos del Coronadero, desde el conjunto de torretas se puede visualizar como, en las mismas fechas, el arco se convierte en un ventanal abierto a luceros como Rigel y Sirio para determinar el inicio de la sementera.
Después de 5 o 6 meses, entre abril y mayo, este conjunto de estrellas comienzan a desaparecer, determinando el inicio de la ciega ( Revista Iruene nº 6, 2014).
Espacio y tiempo se funden para asegurar sus virtudes y encontrar el éxito -el sentido-. Todo debe mantenerse en orden y funcionando según el ritmo del cosmos desde un lugar fijo y en el tiempo establecido. Los canarios buscaron su principio ideológico coordinado y conectado, asociándolo a la topografía y al cielo.
Este vínculo llegó hasta nuestros días entre los campesinos canarios que, como bien recogen J. A. Belmonte y M. Sanz de Lara (2001), identificaron esta región celeste de Las Cabrillas (Las Pléyades), El Pastor (Aldebarán), El Arado (Cinto y Daga de Orión), La Yunta (Betelgeuse y Rigel) y La Gañanera (Sirio) como las estrellas agricultoras. Varios pastores de Canarias confirmaron que “ con la salida del Siete (Pléyades) empieza la siega y con su puesta la siembra”. Es idéntico a lo que escribió el griego Hesíodo en el “Proemio del Labrador de los Trabajos y los Días” (800 a.C.): “ Empieza la recolección cuando las Pléyades, hijas de Atlas, se alzan en los cielos, y la labor cuando desaparecen…”.
En definitiva, la observación sistemática de los astros originó un calendario preciso íntimamente asociado con la agricultura que podemos descubrir asociado a importantes aspectos de la arquitectura ritual y el paisaje.

La ritualización del lunasticio de verano Menor Sur entre los antiguos canarios

Las sociedades del pasado debieron ajustarse rigurosamente al ritmo que les imponía los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas para regular sus efemérides más señaladas en los calendarios, ordenando el tiempo de una manera cíclica y repetitiva.
En este caso vamos a priorizar un fenómeno astronómico que sucede cada 18,6 años coincidiendo con las paradas mayores y/o menores de la Luna llena tanto del verano como del invierno, así como sus ortos y sus ocasos. Lo descubriremos más tarde con tres ejemplos muy significativos en la cosmovisión de los antiguos canarios.
Cuando el Sol llega a sus extremos (solsticios), la Luna siempre se encuentra en los opuestos (lunasticios), coincidiendo en los lugares más distantes del Sol. De este modo, las lunas llenas del invierno y del verano aparecen por los puntos más boreales o australes que pueden alcanzar durante el año. Evidentemente, estamos refiriéndonos a un período largo conocido como ciclo de regresión de los nodos de la Luna que dura 18,6 años.
Tanto el lunasticio de verano como el de invierno, cuando el satélite llega a sus extremos Norte y Sur, fueron marcados por los antiguos canarios teniendo en cuenta un accidente orográfico muy destacado por donde va a coincidir el orto o el ocaso lunar.
La localización en el paisaje es fundamental a la hora de abordar los numerosos enigmas a los que nos enfrentamos. Por ello, la topografía y los astros nos obligan a levantar la mirada y revelar la gran suerte de que el próximo 2 de junio de este año 2015 se cumple una etapa de este ciclo largo lunar correspondiente al lunasticio de verano Menor Sur y si el tiempo está despejado podremos ver lo que los awara (antiguos habitantes de la isla de La Palma) observaron y ritualizaron desde lugares atiborrados de vestigios tan visibles como 18 amontonamientos de piedras y más de 80 grabados rupestres en las cumbres de la isla de La Palma, concretamente a unos 2.170 metros de altitud, en el Llano de Las Lajitas (Garafía). Desde este espacio sagrado se distinguieron los lunasticios de verano mayor y menor Sur coronando el pico más alto de la Isla, el Roque de Los Muchachos. La presencia de 18 amontonamientos de piedras es bastante significativa del número de lunas que completan el ciclo.
Desplacemos ahora nuestra atención a la isla de La Gomera, posicionándonos en el interior de la significativa cueva de Las Toscas del Guirre, situada en la ladera de un barranco a 500 metros de altitud, muy pequeña y húmeda en invierno, de unos 6 m de largo, 2 m de ancho y una altura máxima de 2 m. Contiene un tesoro en forma de más de cien caracteres de escritura líbico-bereber y una treintena de cazoletas. Este habitáculo tiene una pequeña abertura excavada en el techo desde donde se puede observar el magnánimo Roque de Agando, símbolo de la Isla y referencia topográfica para los antiguos gomeros, justo el lugar por donde va a entrar la Luna llena del lunasticio de verano al amanecer (sobre las 6,40 horas) del próximo martes 2 de junio de 2015.
Por último, le toca el turno a los espectaculares túmulos del Agujero de Gáldar (Gran Canaria), ubicados sobre un pequeño acantilado marino con dos terrazas separadas por la barranquera de la Arenilla. Aquí descubriremos la arquitectura funeraria más sobresaliente de todo el Archipiélago canario, tumbas circulares compartimentadas interiormente en fosas individuales dispuestas de forma radial hasta en dos o tres pisos. ¿Qué es lo que determinó su construcción precisamente ahí y no en otro lugar? y ¿por qué se encuentran repartidos en dos terrazas bien diferenciadas? Esos montículos de piedras fueron erigidos de modo que señalasen exactamente el lugar por donde salía y/o se ponía el Sol y la Luna en momentos específicos del año. En este caso, las marcas vienen establecidas por el Sol en su nivel máximo Sur (solsticio de invierno) en el túmulo de la Guancha cuando es astro rey surge por detrás de la cima de la Montaña de Gáldar.
Respondiendo a la segunda pregunta, desde la plataforma Oeste donde se localizan los túmulos de la Luna, la Luna llena del verano (lunasticio de verano) en su parada Menor Sur la podremos disfrutar con toda solemnidad con las primeras luces de la mañana (poco antes de las 7 a.m.) ocultándose por la Montaña de Sardina del Norte y, durante el crepúsculo, sobre la montaña de Gáldar el próximo martes 2 de junio de 2015.  
Las posiciones topográficas y astronómicas determinaron los emplazamientos de estos y otros lugares sagrados de Canarias. Sus orientaciones y disposiciones sobre el horizonte demuestran un avanzado conocimiento astronómico, revelando su propio misterio, la magia de la eternidad, de infinito y presente eterno. El 2 de junio reviviremos la mitología de nuestros ancestros, uno de los momentos más extraordinarios en el que se abren las puertas del cielo y renace el cosmos

El Bejenao bajo el tránsito de las constelaciones

Existe un principio básico entre los científicos y es que no puede entenderse el funcionamiento del todo sin tener en cuentas cada una de las partes, el ámbito de aplicación y el contexto preciso. Por ello, nos vamos a trasladar a un lugar emblemático en la isla de La Palma, el Bejenao, para intentar desentrañar alguno de los secretos mejor guardados por seres humanos de otros tiempos que buscaron en las alturas las respuestas a su existencia.
Lo que para nosotros no es más que un hito geográfico, un estratovolcán o elevación volcánica compuesta por la superposición sucesiva en diferentes períodos de episodios eruptivos de capas de lava, o de lavas y cenizas, con un millón de años de antigüedad alzado directamente sobre el Complejo Basal, para los awara (antiguos habitantes de la isla de La Palma) representaba un lugar simbólico, el paraje privilegiado donde se manifiesta lo sagrado, el santuario donde el cielo y la tierra se unen, la imagen predilecta del centro del mundo. La montaña perfecta.
La montaña sagrada del Bejenao.
La montaña sagrada del Bejenao.
La presencia humana está implícita desde que llegaron los primeros pobladores a la Isla, recorriendo con sus rebaños barrancos y lomos en busca de pastos frescos, habitando cuevas y construyendo cabañas. Los grabados rupestres son abundantes, con una veintena de estaciones y más de 200 paneles sorprendentes por la profundidad de surcos de la mayoría de los motivos. Suelen encontrarse sobre pequeños afloramientos rocosos sobre los lomos, siendo los más destacados el Lomo de Tamarahoya, Lomo Gordo, Lomo del Topo-La Trocha, Los Hornitos, El Rodeo, la crestería de La Caldera, el Pico de Los Cuervos y Lomo del Estrecho.
Nos quedamos ahora con sus tres mejores ejemplos: 1. Lomo de Tamarahoya contiene unos 130 paneles divididos en tres grupos principales a lo largo de unos 200 metros de afloramientos rocosos que jalonan su parte superior. Se emplaza por debajo de la Pista de Ferrer, entre los 1.150 metros y los 1.220 metros sobre el nivel del mar, en medio de un bosque de pino canario. 2. Lomo Gordo I se localiza por debajo de la pista de Ferrer a una cota de 1.290 metros sobre el nivel del mar y a unos 500 m de distancia de Tamarahoya. Encierra unos 20 paneles de grabados rupestres. 3. Lomo Gordo II incluye, sobre un espacio reducido, unos 10 paneles. Se ubica sobre un rellano, en el margen derecho del lomo, a una cota de 1.315 metros de altitud y a unos 70 metros de distancia del anterior en dirección NO.
Los símbolos construyen, crean y ordenan la realidad inaccesible y trascendente.
Los símbolos construyen, crean y ordenan la realidad inaccesible y trascendente.
En todos, la temática de sus motivos es de tipo geométrico, destacando los grupos de las espirales, círculos y semicírculos concéntricos, meandriformes, grecas… ejecutados con la técnica de picado de diferente anchura y profundidad. A estos motivos característicos de la arqueología palmera se añaden otros más sencillos realizados mediante la incisión. Los símbolos construyen, crean y ordenan la realidad inaccesible y trascendente. Lo inferior (el símbolo) puede representar lo superior (el cosmos), no a la inversa. La ideología que subyace aquí ofrece la garantía, a través del paisaje, de la existencia de un mundo en armonía y en orden. El espacio sagrado tiene por efecto destacar un territorio del medio cósmico circundante y de hacerlo diferente, pues se revisten de signos, códigos y lenguajes que indican la sacralidad del lugar por su orientación, las formas, los tiempos, etc.
¿Qué papel juega entonces el Bejenao? Como referente geográfico, marcaba puntos de localización confiables; es decir, puntos de referencia fijos que servían para ubicarse y guiarse en el espacio y el tiempo. Esta montaña sirvió de conexión astronómica al facilitar las observaciones de los astros a fin de organizar sus actividades venerables a lo largo del año.
Para justificar pues todos estos criterios es necesario aportar argumentos, hacer visible su significado. Así que, de este modo, su tremenda complejidad la podemos construir, atendiendo a los fenómenos observables desde Tamarahoya, a partir del siglo VI, cuando la Osa Menor se ocultaba sobre el Bejenao, en el crepúsculo de los días 21 o 22 de septiembre, anunciando la llegada del equinoccio de otoño. Mientras tanto, en el polo opuesto, al amanecer, se producía una alineación acrónica de las estrellas Canopo y Sirio entre Cumbre Vieja y la isla de El Hierro. En otra ocasión, la Osa Menor, en concreto su segunda estrella mayor (Kochab), se ocultaba por el Bejenao al alba, en torno al 25 de abril, coincidiendo con el ocaso acrónico de Canopo por el SSE, finalizando aquí su ciclo invernal. A partir de este instante estará cuatro meses sin mostrarse. Todas estas circunstancias son fenómenos observables, son visibles y se pueden medir.
Desde Lomo Gordo I y II, a partir del siglo XII, coincidiendo con el orto helíaco de Canopo sobre El Birigoyo, en Cumbre Vieja, se podía distinguir como la constelación de Casiopea se ocultaba sobre el Bejenao, en el crepúsculo a mediados de febrero, repitiéndose el mismo caso, esta vez, en los primeros días de septiembre, al amanecer, coincidiendo con la aparición de Canopo después de cuatro meses oculta. Por otro lado, la Osa Menor se internaba por la vaguada entre el Bejenao y Lomo Gordo al oscurecer del 21 de diciembre anunciando el solsticio de invierno.
Es todo un alarde de oxímoron cósmico, armonía temporal entre los polos opuestos Norte y Sur. Cuando se ocultan Casiopea y la Osa Menor por el Norte emerge la estrella Canopo por el Sur. El Este y el Oeste vienen definidos por las orientaciones de los soportes pétreos donde se tallaron los petroglifos que buscaron intencionadamente los lugares por donde surge y se oculta el Sol en sus posiciones extremas durante los solsticios de invierno y verano*.
 
* Revista Iruene nº 6 (2014)

La Virgen de Las Nieves de La Palma en tiempos de los awara

Existen numerosos casos en Canarias o en América de utilizar imágenes de la Virgen, y no de Cristo, como modelo de conversión al cristianismo, sabedores de que la sociedad y las creencias de los indígenas insulares manifestaban un claro carácter matriarcal.
Serían los franciscanos los que experimentaron el método y las introdujeron en Canarias durante el siglo XV. Los intrusos se afanaron por lograr la dominación ideológica y se esmeraron en destruir y suplantar la espiritualidad ancestral con una nueva simbología mariana (imágenes de vírgenes con niño como distintivo de madre y señora ligada a la fertilidad y a la adoración de la naturaleza). Los misioneros, a la vez que difundían los principios del Evangelio, inculcaban en el espíritu de los nativos la devoción a la Virgen.
Posteriormente, la iglesia católica, por medio de su dogma, se encargó de adjudicar un sentido mayor al incorporar las tesis marianas que involucran las creencias y, por lo tanto, validan los mitos y leyendas surgidos en torno a la Virgen María. En septiembre del año 1369 el papa Urbano V hizo pública la bula Ad hoc semper en la que alentaba el traslado de religiosos a Canarias con el fin de convertir “ a los adoradores del Sol y la Luna” a la fe de Cristo. Sin embargo, a partir de 1402 comienza una nueva fase basada en la conquista armada como paso previo a la evangelización con el apoyo de misioneros llegados mayoritariamente de Andalucía y Castilla. Abreu Galindo, entre otros cronistas e historiadores, recoge en la Bula del Papa Martino V fechada en Roma el 20 de noviembre de 1423, una mención a Santa María de la Palma.
En la imagen, entorno del poblado troglodita y Santuario de Nuestra Señora Las Nieves (Santa Cruz de La Palma). Foto: Miguel A. Martín.
En la imagen, poblado troglodita y Santuario de Nuestra Señora Las Nieves (Santa Cruz de La Palma). Foto: Miguel A. Martín.
La cristianización se hizo buscando acabar con tradiciones, autoridades y valores antiguos, haciéndolos aparecer perversos o inadmisibles. La religión estuvo íntimamente ligada a la opresión colonial de tal manera que se subvaloró la cosmogonía indígena con la convicción de portar una religión y cultura superiores. Se buscó evangelizar y “civilizar” al mismo tiempo, pues se pensaba que la religión autóctona era una superstición. No sabemos con seguridad quien trajo la talla de la imagen de la Virgen de Las Nieves (escultura muy pequeña que mide unos 50 cm, modelada en terracota policromada, de estilo románico tardío en transición al gótico, que se sitúa cronológicamente a finales del siglo XIV) ni el momento exacto de la llegada a la costa occidental de la isla de La Palma, concretamente a las playas de Maldonado (Santa Cruz de La Palma), ni cómo fue el encuentro por parte de los naturales que la recogieron y trasladaron al poblado troglodita, ubicado en el margen izquierdo del Barranco del Río, en el Morro de Las Nieves, conformado por unas 15 cuevas con capacidad para ser habitadas, siendo reutilizadas históricamente la gran mayoría. De momento, sin confirmación documental, sólo podemos conformarnos con las leyendas y las narraciones que hablan de restos de un naufragio o la presencia en la Isla de misioneros mallorquines, del Obispado de Telde, irlandeses, normandos, de la expedición de Juba o incluso el propio Fernández de Lugo.
Petroglifo de círculos concéntricos perteneciente al complejo rupestre del Morro de Las Nieves. Foto: Miguel A. Martín.
Petroglifo de círculos concéntricos perteneciente al complejo rupestre del Morro de Las Nieves. Foto: Miguel A. Martín.
La importancia espiritual del lugar queda registrada en la presencia de cazoletas y canales sobre la plataforma superior del risco de Las Nieves, así como la presencia de cuatro grabados rupestres y un conjunto de cazoletas y canales sobre un soporte de toba volcánica que localizamos en el extremo oriental del Morro y que publicamos en 1997 [“La vida sagrada de los benahoarita”, p 103]. Sobre una superficie de unos 4,30 m x 1,90 m se tallaron todo un circuito de 15 cazoletas y canalillos que las comunican. La adaptación a la morfología de la roca originó el cincelado de un canal principal (19 cm de anchura por 12 cm de profundo) que desciende linealmente, variando hacia la izquierda dos veces para dividirse en “afluentes” de canalillos que terminan en cazoletas o se precipitan al vacío. La cazoleta más grande alcanza dimensiones de más de 25 cm de largo por 16 de ancho.
Presidiendo el conjunto, en la cabecera superior de la tosca, se encuentra un petroglifo espiraliforme que se orienta, en conjunto con el altar, hacia el lugar por donde despunta el Sol en un instante temporal determinado como es el solsticio de verano.
A unos pocos metros de distancia, formando parte del risco, localizamos tres pequeños grabados rupestres (espiraliformes y círculos concéntricos) estampados en aquellas superficies que se orientan con el orto solar durante el solsticio de invierno, cuando el Sol sale por detrás del Sombrero de Chasna (isla de Tenerife) y el ocaso solar durante el mismo solsticio de invierno. Son direcciones sagradas que los antiguos ‘intencionaron’ como una forma de ordenar el espacio para controlar el tiempo ritual.
Pues bien, una vez conquistada la Isla, los nuevos dueños del territorio entendieron como algo milagroso la aparición de la Virgen entre los nativos, lo que explica categóricamente la construcción, sobre la vaguada situada al N del Morro, del Real Santuario respetándose la orientación de la cabecera de la iglesia hacia el naciente como es tradición en la arquitectura religiosa cristiana. El lugar sufrió una metamorfosis de antiguos cultos paganos que ahora se cristianizan.
A raíz de la conquista, el adelantado Alonso Fernández de Lugo, ferviente devoto de la Santa Cruz, de San Miguel Arcángel y de la Virgen de Las Nieves, asigna e impone estos tres símbolos en la isla de La Palma. El documento más antiguo que se conserva con el nombre de “ Santa María de las Nieves” lleva fecha del 23 de enero de 1507. Se trata de una Data del propio Alonso Fernández de Lugo donando a la Virgen los solares en los que, 10 años más tarde, constaba como edificado el primitivo templo, luego ampliado en 1525 y sustituido por el actual en 1646. La iglesia fue elevada a parroquia en el año 1657. Es todo un alarde exhibicionista del triunfo de la cristiandad, resultando obvia la victoria ideológica implícita en el hecho de cerrar y destruir lugares de culto indígena y levantar allí los propios. El territorio conservaría su carácter sagrado a pesar de la suplantación con otros ritos y el cambio de culto. El Real Santuario Insular de la Patrona de La Palma se convierte pronto en el centro religioso de la Isla por antonomasia y uno de los focos de devoción cristiana más antiguo del Archipiélago