grabados rupestres

donde se unen la tierra y el cielo

donde se unen la tierra y el cielo
En La Palma, la arqueología y la astronomía han cruzado las miradas, unos al suelo y otros al cielo, para coincidir en una misma dirección, interrelacionando las observaciones hasta confirmar la importancia de los atros entre los antiguos habitantes de Benawara.
“adoraban al Sol, la Luna y otros planetas” (Alvise Ca’da Mosto, 1455-1457)

"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).





jueves, 10 de enero de 2008

La tangible experiencia religiosa awara

Hablar de religión siempre es muy comprometido. Debemos empezar por adentrarnos en la mentalidad del hombre prehistórico, lo cual es una buena ayuda para contemplar la evolución del fenómeno religioso dentro de la historia de la humanidad. Sobre las primeras religiones no existen datos ni pruebas fiables por lo que todo lo que se puede hacer es intentar interpretar los restos encontrados y ver cómo pudo ser la espiritualidad que daba sentido al mundo a nuestros antepasados. Se buscan pistas y paralelismos que enlacen los hallazgos con algo más concreto sobre los primeros interrogantes y misterios vitales como son la vida, la reproducción, la lucha por la subsistencia y el trance de la muerte. En el campo en el que nos movemos nunca hay nada seguro, hay que buscar un equilibrio entre lo que tenemos y podemos interpretar en nuestro afán de acercarnos más a nuestros antepasados más remotos. Lo que sabemos con certeza es que los sentimientos más profundos son universales aunque lo ritos y manifestaciones sean diferentes.
El hombre prehistórico depende para su subsistencia de la naturaleza, ya que aún no puede dominarla. Por ello, y ante su incapacidad para explicar determinados fenómenos naturales que inciden directamente en los rendimientos agrícolas y alimento para su ganado, su pensamiento mágico le conduce a adorar como dioses a esas fuerzas naturales visibles o invisibles que condicionan su vida. En última instancia, no hace otra cosa más que interceder ante la divinidad. Basta, que no es poco, con adaptarse a los ciclos de la fecundidad y respetar la naturaleza para creer en conseguir los bienes que necesitan para subsistir. Bajo esta mentalidad, los pueblos viven el tiempo y la historia de forma cíclica: cada año se repite lo mismo. El futuro no puede ser más que la repetición del presente, el cual, a su vez, es repetición del pasado. Las personas que viven en este ámbito son conservadoras.
La verdad que uno ve depende de la interpretación o la tradición. Nuestro caso es el primero, sin romper con la tradición, pues a esto último no escapa nadie. Después de muchos años, hemos podido desarrollar una actitud de captación e interpretación más favorable de la realidad indígena, a través de los restos materiales y a su revelación espiritual. Podríamos preguntarnos y, de hecho, nos preguntamos ¿qué veracidad ofrecen los estudios arqueológicos hechos en Canarias hasta estos momentos? En el apartado religioso, las referencias a Dios se diluyen en la bruma de la ignorancia.
Se supone que cualquier investigador incorformista concebiría su trabajo como una ruptura en la forma de abordar y tratar las cuestiones que más interés puedan tener en el ámbito del conocimiento último. Buscamos y hurgamos en el incómodo tema de la mente religiosa. Nos situamos al límite de la duda, apoyándonos quizás en una célebre frase del no menos célebre físico Richard Feyman: "Lo que no está rodeado de incertidumbre, no puede ser verdad".
Ahora bien, ¿cómo conjugar el trabajo científico con el pensamiento religioso? La experiencia religiosa se debe basar en algo tangible, en el cual los enigmas pueden encontrar respuestas. Descubrir unas reglas visibles que te permitan reconocer cierto orden de verdades es una regla racional (es lo que hemos comprobado, de una manera clara y demostrable, en los amontonamientos de piedras, los canales y cazoletas y los grabados rupestres prehispánicos de la isla de La Palma). Si nos damos cuenta son elementos naturales construidos por el hombre a los que se le ha asignado lo consustancial, lo sagrado, por ser objetos de los que no se pueden manejar a nuestro antojo; en este sentido, son inmanejables. Ya no es algo meramente natural (piedras), pero los podemos reconocer.
Espiraliforme, El Barrial Bajo (El Paso)
Ni más ni menos, para cada problema complejo hay una respuesta sencilla. Entonces, la primera gran respuesta es que los dioses/as son visibles (los astros) y están vinculados a los humanos: necesitamos a los dioses y ellos nos necesitan. Todos sus pensamientos fueron eficaces por razones cognitivas en contextos prácticos (recuérdese que son mucho más antiguos que Jesucristo) hasta cohesionar hacia dentro las sociedades prehispánicas de Canarias.
Para los awara, la Isla (Benawara) es un microcosmos. Su vida (la vida religiosa) puede pensarse como el continuo esfuerzo por cosmologizar el espacio, sentir la fascinación de entregarle orden a las cosas una y otra vez. No basta con hacerlo una vez por todas. El hombre necesita regenerarse, morir y nacer para así vivir una vez más los acontecimientos cósmicos que impulsan la vida. Toda esta indiferenciación tan sólo sirve para regenerar la creación y otorgarle frescura. Una vez que se ha indiferenciado todo, se procede a otorgarle un orden y un sentido al mundo. "El hombre se regenera volviendo a participar del cosmos. Si el agua borraba las diferencias, ahora otorga una vida nueva... Mediante el ritual, el hombre vive los acontecimientos primordiales. En este sentido, destruye todas las formas existentes y se sumerge en el caos y la indiferenciación, sólo para tener oportunidad de regenerar el cosmos. Si bien el rito se inicia con una indiferenciación y un estado caótico, se culmina con una vuelta al orden y a la creación del cosmos, se regenera la vida una y otra vez" (http://www.serbi.luz.edu.ve/pdf/upl/v7n17/articulo01.pdf). Canales y cazoletas en el Barranco de Domingo Díaz (Garafía)
El principio celestial es la base del pensamiento religioso de los awara. Toda comunidad ancestral está en posesión de una considerable cuantía de saber, basado en la experiencia y conformado por la razón. El trabajo ritual y práctico están asociados, la conducta mística y racional se ha mezclado. El Sol es el centro de la simbolización, el que organiza la naturaleza, el que la armoniza y da sentido inmanente a la vida. Abora, la organizadora del cosmos, la Gran Diosa y Madre primordial, divinidad de la fecundidad y del culto a los antepasados. Es tangible y a la vez invisible.

La Erita (Santa Cruz de La Palma), ocaso solar en el solsticio de invierno

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