grabados rupestres

donde se unen la tierra y el cielo

donde se unen la tierra y el cielo
En La Palma, la arqueología y la astronomía han cruzado las miradas, unos al suelo y otros al cielo, para coincidir en una misma dirección, interrelacionando las observaciones hasta confirmar la importancia de los atros entre los antiguos habitantes de Benawara.
“adoraban al Sol, la Luna y otros planetas” (Alvise Ca’da Mosto, 1455-1457)

"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).





viernes, 28 de marzo de 2008

Los solsticios, las puertas del cielo

Majestuosa aparición solar por Roque Chico durante el solsticio de invierno

Ya no tenemos ninguna duda, la religión awara está relacionada con el ciclo del año; esto es, con una representación a nivel cosmológico de las creencias en el ciclo del nacimiento, vida, muerte y renacimiento.
Los solsticios son los momentos del año en los que la posición del Sol sobre la esfera celeste alcanza sus posiciones más boreales o australes. Marcan los dos puntos de la esfera celeste en la que el Sol alcanza su máxima declinación norte y su máxima declinación sur con respecto al ecuador celeste. La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación axial del eje de la Tierra. En esos momentos la longitud del día y la altura del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año.
Los solsticios determinan las dos grandes fases en que la naturaleza ofrece los cambios y contrastes más notables y opuestos: fenómenos sorprendentes siempre admirables que, bajo distintas formas y alegorías, han conmemorado todos los pueblos. Desde siempre, el hombre se ha dado cuenta que desde un punto fijo, a lo largo del año, la posición del Sol no es la misma, cambia y se mueve hacia el sur o hacia el norte, indicando el incremento o decrecimiento del largo de los días.
La humanidad, desde los más remotos tiempos, descubrió que el firmamento tenía dos puertas, una al norte y otra al sur, las mismas que servían al Sol de límite al curso de su aparente recorrido por la bóveda celeste, para dar lugar a los solsticios de invierno y de verano. Está confirmado en las antiguas civilizaciones e incluso en pueblos nómadas como los beréberes.
Hemos heredado complejas metáforas astronómicas, que representan a la vez figuras arquetípicas, conocimientos que han perdurado y han sido transmitidos a la humanidad a través de muy diversas vías, como el arte, los mitos y leyendas de los pueblos del mundo. Y lo hemos encontrado en la arqueología canaria por medio de la ubicación y disposición geográfica de sus santuarios.
El cosmos necesita renovar periódicamente su propia vida. Siempre de acuerdo con su cosmología, es el monumento solar el que dicta la orientación de todos los otros. El Sol, en su marco celeste, era el principio divinizado que marcaba de modo indeleble y absoluto el pensamiento religioso.
Los seres humanos en épocas prehistóricas construyeron los monumentos para conmemorar los solsticios de invierno y verano en todo el mundo. En particular la observación de la posición aparente del disco solar en el transcurso del año permitió establecer una relación, temporal y espacial, entre accidentes del horizonte local y varias fechas de gran importancia astronómica y religiosa.
La geografía física es entendida desde la perspectiva solar. La orientación se basa en el eje donde nace y muere el Sol durante los solsticios. Es una forma de organizar el espacio basado en el tiempo y viceversa. Tiempo y espacio en la misma unidad.
La existencia de actividades relacionadas con el solsticio es universal. En esencia, la presencia de alineaciones análogas en sitios similares puede rechazar la hipótesis de alineaciones astronómicas, no intencionales, con un alto nivel de confianza.
El solsticio de invierno, marca el momento en que el tiempo se detiene; el presente se manifiesta en un instante de eternidad, absorbiendo el pasado que ya no existe y el futuro que todavía no existe. Es la puerta de la diosa madre Abora. En la isla de La Palma lo podemos confirmar en los amontonamientos de piedras que se encuentran en las cumbres de la Caldera de Taburiente. No puede ser de otra manera puesto que esos espacios altos son del dominio de los dioses.
El solsticio de verano, es la culminación del trayecto solar hacia la puerta norte. En un principio se creía que el Sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano para simbolizar el poder del Sol y ayudarle a renovar su energía. Se encendían fogatas, se organizaban procesiones con antorchas, a menudo se bailaba y saltaba alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas y asegurar el renacimiento del Sol. Creemos que en Canarias sucedía algo parecido. Esta era la puerta de los hombres, por eso en La Palma se construyeron unos santuarios de cazoletas y canales sobre soportes de tosca que siguen una dirección determinada hacia la puerta del verano, en los que se ritualizaba el alimento líquido que se ofrecía a Abora. Este tipo de yacimientos se fundaron en las zonas costeras, en los dominios de los poblados permanentes.
“Los solsticios aparece aquí como los ejes en torno al cual rueda el entero universo, el axis mundi . Plinio, por ejemplo, emplea la expresión cardo anni para indicar el solsticio, o sea, el punto celeste que es propiamente el “gozne” de la rueda cósmica. Representa circum, “en torno”, cosa que nos da el término annus para “circulo”, “anillo”, para indicar el movimiento circular del tiempo transcurrido por sus doce estaciones.
La función de axis mundi es importante y nos envía al carácter primordial de dios, a la “unicidad”. Todo ello tiene una evidente ligazón con el simbolismo del año, más precisamente con las dos mitades del año obtenidas por la intersección de una ideal línea axial que delimita las dos “puertas del cielo”, los “”sacrificios" de los que hablaba Ovidio en Fastos, I, 125.
Para comprender bien este punto hay que recordar que el ciclo anual se especifica en los dos momentos fundamentales del recorrido solar, el descendente, desde el solsticio estival hasta el invernal, y el ascendente, del solsticio invernal al estival, según un ciclo que indefinidamente retoma tal vicisitud cósmica.
Los semiperíodos así obtenidos constituyen las dos mitades del año. Los atributos de los símbolos ligados al Sol no son otra cosa que una especificación “personalizada” de ese ciclo” (www.euskalnet.net/graal/danajano.htm).
Esto explica también, desde el punto de vista de su significación cósmica, las palabras de San Juan Bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio estival: "Él [Cristo, nacido en el solsticio de invierno] conviene que crezca, y yo que disminuya". (San Juan, III, 30.)
Refiriéndose al hemisferio norte, decía Renè Guénon, a mediados del siglo pasado, en Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada: “Hemos dicho que las dos puertas zodiacales, que son respectivamente la entrada y la salida de la “caverna cósmica” y que ciertas tradiciones designan como “la puerta de los hombres” y “la puerta de los dioses”, deben corresponder a los dos solsticios, debemos ahora precisar que la primera corresponde al solsticio de verano, es decir, al signo de Cáncer, y la segunda al solsticio de invierno, es decir, al signo de Capricornio”.
La tradición cristiana retoma a Juno romano (solsticio de invierno) como Señor del Tiempo y dueño de las llaves que abren las puertas de la iniciación a los humanos, figurado en San Juan (solsticio de verano). Es fácil comprender, entonces, que las llaves de Jano son en realidad aquellas mismas que, según la tradición cristiana, abren y cierran el “Reino de los cielos”, con dos llaves, una de oro y otra de plata, que eran también, respectivamente, la de los “grandes misterios” y la de los “pequeños misterios”. En el imperio romano, la personificación del concepto era el dios Janus, cuyo nombre significa “puerta”. Posteriormente, en la tradición cristiana, esa alegoría la representó San Pedro.
En La Palma, las dos puertas solsticiales están separadas por casi 60º de arco. En las cumbres de la Caldera de Taburiente, desde Fuente Nueva (Garafía) hasta Pico Palmero (Tijarafe), se encuentran algunas de estas puertas en aquellos lugares precisos donde se encuentran los axis, ejes o puntos sagrados por donde penetrar (señalados en el espacio mediante amontonamientos de piedras).
De todo esto sabe mucho también la masonería, cuya base de conocimiento se esconde tras las puertas del cosmos. Estos datos recopilados constituyen un acicate para la investigación de los masones interesados en incrementar el caudal de sus conocimientos. Un ejemplo clarísimo son las famosas pirámides de Guimar (isla de Tenerife), construidas por un masón en el siglo XIX.

Primer rayo de Sol durante el solsticio de invierno desde los amontonamientos de Cabeceras de Izcagua I

No hay comentarios: