La vertiente garafíana de las Cabeceras de Izcagua es enormemente rica en manifestaciones prehistóricas. Doce amontonamientos de piedras y más de cien grabados rupestres son lo bastante elocuente como para catalogar un espacio con fuerte carga de sacralidad.
En el margen derecho, sobre la misma caída de la vertiente encontramos dos piedras grabadas. La primera roca mide 60 x 35 cm, tiene dos caras unidas con motivos meandriformes. La superior se orienta a 295º y la inferior a 250º; esto es, la puesta de sol en el solticio de verano y la puesta de sol en el solsticio de invierno.

A dos metros en dirección oeste se encuentra una roca suelta, más pequeña, de 45 x 20 cm, que también tiene una cara grabada con un motivo meandriforme. La hemos encontrado dirigiendo el soporte grabado en dirección a la salida del sol durante el solsticio de verano, lo cual nos hace sospechar que mantiene la misma posición desde la época prehispánica.
En el margen derecho, sobre la misma caída de la vertiente encontramos dos piedras grabadas. La primera roca mide 60 x 35 cm, tiene dos caras unidas con motivos meandriformes. La superior se orienta a 295º y la inferior a 250º; esto es, la puesta de sol en el solticio de verano y la puesta de sol en el solsticio de invierno.
A dos metros en dirección oeste se encuentra una roca suelta, más pequeña, de 45 x 20 cm, que también tiene una cara grabada con un motivo meandriforme. La hemos encontrado dirigiendo el soporte grabado en dirección a la salida del sol durante el solsticio de verano, lo cual nos hace sospechar que mantiene la misma posición desde la época prehispánica.
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