grabados rupestres

donde se unen la tierra y el cielo

donde se unen la tierra y el cielo
En La Palma, la arqueología y la astronomía han cruzado las miradas, unos al suelo y otros al cielo, para coincidir en una misma dirección, interrelacionando las observaciones hasta confirmar la importancia de los atros entre los antiguos habitantes de Benawara.
“adoraban al Sol, la Luna y otros planetas” (Alvise Ca’da Mosto, 1455-1457)

"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).





viernes, 23 de noviembre de 2007

El régimen de propiedad comunal entre los awara

Las viejas agrupaciones humanas sobrevivieron sobre condiciones materiales puramente naturales. Es la naturaleza, en su rudeza, la que impone las condiciones de sobrevivencia de esos grupos primigenios de la humanidad. Las investigaciones modernas, llevadas a cabo en este tipo de comunidades que subsisten en el planeta, nos muestran de forma muy clara las condiciones materiales de su existencia. Es la naturaleza, en su manifestación real, la que impone su sentido común en las formas de vida, la alimentación, el vestido, la vivienda, la organización familiar, el sistema productivo, etc. Si los antiguos habitantes de la isla de La Palma sobrevivieron casi 2.000 años es porque el sistema de aprovechamientos de los pastos fue tan delicado y especializado como los ecosistemas que habitaron.
Los awara se encontraban en una situación de pastoreo semisedentario, donde el ganado tiene la mayor importancia aunque con dedicación parcial a la recolección terrestre y marina, la pesca, la caza y la agricultura. Las migraciones son cortas, tanto en el tiempo con en el espacio, más ajustado a un sistema de trasterminancia. Son migraciones cíclicas en las que sólo el pastor se mueve con el ganado, la mujer y los hijos se quedan habitando el poblado estable donde habitan. Es una sociedad igualitaria formada por economías familiares autosuficientes, con rebaños de unas 100 cabezas, que se agrupan en cooperativas de 2 a 5 familias, formando rebaños de más de 400 animales (cochinos, cabras y ovejas), creando entidades autosuficientes, con capacidad para subsistir en el medio natural dominante. El número de cabezas de ganado también puede depender de de las condiciones ambientales y los recursos disponibles.
En La Palma nos encontramos con un modelo de asentamiento modesto en cuanto a envergadura y escala, pero complejo en relación a su pensamiento. Lógicamente, los yacimientos rituales están asociados a los aprovechamientos pastales, interaccionan en el mismo escenario.
Sabido es que aquellos hombres disponían de instrumentos de trabajo muy rudimentarios que no permitían al hombre hacer frente por sí solo a las fuerzas ciegas de la naturaleza. Todos los medios de que disponían eran propiedad colectiva, que se extendía a los fundamentales medios de producción: la tierra con todos sus objetos de actividad productiva que se hallaban en ella (animales, plantas, materias primas para la construcción de medios de trabajo y otros instrumentos para la producción). No tenían ni la más remota idea de la propiedad privada sobre los medios de producción. Existía la propiedad personal sobre algunos instrumentos líticos, óseos, malacológicos y cerámicos que se utilizaban en el proceso productivo. En este caso las relaciones de producción son de colaboración y ayuda mutua, teniendo como base la propiedad colectiva.
Otro factor estructural que determina la propiedad comunal es la cantidad de elementos a utilizar por parte del grupo humano. La naturaleza es de tal magnitud, para el grupo, que nadie tiene interés en apropiarse individualmente parte alguna de ella, ya que no le sería de utilidad alguna; no la podría manejar siquiera. Los terrenos eran de propiedad comunal, aunque no así los ganados.
Los regímenes de propiedad comunal proporcionan el mejor marco para compartir el riesgo y dispersar la carga de las adversas condiciones agroecológicas, de manera que se reduzcan los niveles de vulnerabilidad. Los rebaños mixtos pueden sostenerse durante la mayor parte del año en tierras secas, pero necesitarían áreas más húmedas para sobrevivir durante las temporadas secas; el acceso al agua disponible permite el uso de las áreas de pasto de los alrededores durante las sequías. Los mecanismos que regulan el acceso a los recursos en este contexto deben, por lo tanto, ser lo suficientemente flexibles como para proporcionar el espacio necesario para las negociaciones y arreglos entre los diferentes grupos de usuarios. Las demarcaciones territoriales se fueron imponiendo en los últimos tiempos (cercanos a la conquista) como respuesta a un crecimiento poblacional y de la cabaña ganadera, así como los conflictos generados por el control de los campos de pastoreo, aunque siempre se respetaron grandes espacios comunales como fue por ejemplo la Caldera de Taburiente, incluso después de la conquista. La inmensa mayoría de los santuarios religiosos de la Isla ya estaban realizados antes de estas segregaciones territoriales.
El régimen de propiedad comunal es impuesto por los medios materiales de que puede disponer el grupo humano y no por su capacidad de adaptación. La propiedad de la tierra y sus pastos pertenecen a la comunidad, estaba por encima de las fracciones y/o subfracciones. Igualmente, los elementos y estructuras religiosas, más que nada, pertenecen a la comunidad y no a una particularidad. La vida colectiva despierta el pensamiento religioso, pues la religión es una conciencia común, un hecho social.

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