Hace más de doce años que estamos estudiando el uso de las cavidades volcánicas por parte de la población prehispánica, gracias a la colaboración de los compañeros del grupo de espeleología “Tebexcorade-La Palma”. En la revista “Vulcania” se publica el inventario cavernícola de la Isla. Ahora vamos a intentar sintetizar las principales conclusiones a la que hemos llegado, empezando por el uso de las cuevas como vivienda habitual en las bocas de muchas cuevas, allí donde las condiciones geomorfológicos y climáticas lo permiten. En La Palma muchas cavidades volcánicas presentan una entrada holgada, justo donde se encuentran interesantes estratigrafías. Luego se estrecha y comienza el tubo propiamente dicho.
Qué es lo que lleva a estos hombres atravesar estrechas gateras, arrastrarse, deslizarse por rampas en la absoluta oscuridad, alumbrados con hachos de tea y transportando objetos materiales que se han encontrado en profundidades superiores a los 400 m. No cabe duda: 1. el mito matriarcal, 2. el aprovechamiento de un recurso vital para la vida como es el agua, 3. las prácticas sepulcrales.
1. El mito matriarcal se remonta a la prehistoria. Según E. Trías (2001), se ha traspasado el hondón de la cueva al cielo abierto, o de la entraña matriarcal de la gruta al estallido de toda la amplitud y vastedad del cosmos, con su firmamento estrellado, constelado de astros, como genuino techo del templo que entonces se instituye. Las pinturas rupestres de algunas cuevas de Gran Canaria así lo atestiguan (puntillismo que rememoran los cielos estrellados y triángulos púvicos que remiten al dominio femenino del cosmos). El cosmos se proyecta por tanto en las cavidades.
El mismo sentido religioso exterior se proyecta, cambiando su sentido, en el subsuelo. Son frecuentes los restos materiales en las cavidades. La industria lítica, industria ósea (punzones), restos óseos de animales y humanos (sobre todo falanges y trozos de cráneo), industria malacológica (lapas y púrpuras pulidas y/o con agujeros), restos malacológicos, así como carbones que sirvieron para alumbrarse se despliegan por toda la geografía insular, con especial incidencia en Tigalate A y B, Llano de Los Caños, Fuente de La Canaria (Villa de Mazo), Los Cardos, El Rincón, El Arenal (El Paso), Cueva de Los Ratones (Fuencaliente).
La fuerte presencia de restos materiales –en bruto y trabajados- sólo podemos explicarlo como ofrendas a la Madre. El culto sugiere la presencia de objetos (ofrendas votivas). Si los muertos necesitas de las ofrendas de los vivos, asimismo la Gran Madre necesita simbólicamente de tales ofrendas por parte de los humanos. Una vasija a más de 500 m en el interior de una cavidad puede responder a dos realidades: ofrecer alimento a la Diosa o capturar agua.
2. El agua. Cuando la sequía es extrema es cuando más se puede valorar la existencia de agua en algunas cavidades de la Isla. …”Y por entre aquellas losas cae destilada el agua, en goteras, tan buena que es contento beber de ellas. Los antiguos la llamaron Tebexcorade, que quiere decir <
3. La muerte es un filón rico en significados que están por descubrir. La interpretación de la muerte está llena de tópicos (ritos y significados), analizada desde nuestra óptica occidental. Hemos comprendido muy mal todo lo que implica la idea de muerte, antepasados, estructura social y los lazos cosmológicos. Para los awara, al igual que muchos pueblos ancestrales, los muertos siguen viviendo en la comunidad y actúan dentro del mismo marco legal que los vivos.
A través del espacio habitáculo-sepultura designado para los muertos, los awara establecieron una serie de vínculo con la naturaleza y la Gran Madre. La inhumación significa devolver el cuerpo a la Tierra, a la Gran Diosa Madre, que dispensa la vida, la muerte y la resurrección.
Los antiguos cristianos enterraban los cuerpos con la cabeza mirando hacia el oeste y los pies al este con la intención de que el difunto mirase hacia el nacimiento del sol de verano, prototipo de un pensamiento anterior. El mismo que probablemente tenían los awara. Los estudios arqueológicos hasta el momento no han tenido en cuenta la orientación exacta de los cuerpos, pero los indicios que hemos observado apuntan a la ancestral práctica de mirar al sol naciente del invierno, con los pies en dirección al ocaso solar del verano.
donde se unen la tierra y el cielo
“adoraban al Sol, la Luna y otros planetas” (Alvise Ca’da Mosto, 1455-1457)
"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).
"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada"
lunes, 3 de septiembre de 2007
El mundo subterráneo: el mito matriarcal, el agua de la vida y la práctica sepulcral.
Publicado por Miguel A. Martín González en 14:34
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1 comentario:
Se te despistó decir que incluso nosotros dejamos algunos puntos topográficos por adoración más que por otra cosa ;-)
Está bonito el blog, felicidades.
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