Estos dos conceptos traslucen el relato bíblico en cuanto centro/origen del cual el hombre ha sido alejado. Se conocen numerosas variantes en todo el mundo en forma de columnas, árboles, roques, montañas, etc. Incluso las islas ya eran un axis mundi, al ser lugares sagrados en la antigüedad. Constituían el punto estable, la seguridad, el cosmos, en medio del gran caos del mar. El simbolismo del axis mundi es complejo; el eje sostiene el cielo y asegura a la vez la comunicación entre cielo y tierra. Cerca de un axis mundi cuya situación se concibe en el Centro del Mundo, el hombre puede comunicarse con las potencias celestes.
Víctor Vacas Mora subraya que el axis mundi es imprescindible en la organización espacial cosmológica. Como centro de todo y comunicador entre los planos, es el elemento que brinda coherencia al sistema. A través de él se establece una difícil comunicación entre los planos, los cuales atraviesa este enorme eje cósmico. Centro del mundo, es un lugar donde de comunión entre los planos, sus fuerzas y seres que los pueblan. Es el punto donde la relación con lo sagrado es más eficaz y directa, un punto crucial que otorga al conjunto espacial la necesaria coherencia, organizando en torno suyo la integridad del cosmos, totalidad alejada del caos que queda fuera de sus fronteras, allí donde moran fantasmas, monstruos, seres demoníacos o los extranjeros. El término ”centro del mundo” se refiere a ese lugar donde todos los modos esenciales de ser se dan juntos; donde la comunicación e incluso el paso entre ellos es posible. El centro del mundo es el corazón de la realidad, donde lo real se manifiesta plenamente (Sullivan, 1987).
Puede ser un pilar, una montaña, una escalera... cuyo simbolismo refleje la comunicación entre los distintos espacios. En él se aúnan las fuerzas del universo. Su imagen, sea esta cual sea, goza de una función dinámica ya que es un lugar de paso activo y de transición donde se produce la unión de seres de diferente naturaleza, incluso opuesta. Es un lugar donde se resuelve la contradicción y la oposición a favor de la unicidad que el total demanda.
La gran cantidad de símbolos que pueden representar el centro comunicador aparece ante nosotros inmarcesible. El eje no solo responde a objetos materiales, empíricamente cognoscibles, sino que puede adoptar cualquier forma que la imaginación conciba. El ser humano, persuadido de su labor en la perpetuación o, al menos, en la continuidad de la existencia del cosmos reproduce en sí el axis, transfigurándose él mismo en el eje universal.
La montaña es un importante significante del centro y de la unión de espacios. El ascenso a la montaña simboliza el trayecto hacia el cielo. Surge del interior terrestre para elevarse a lo largo de este plano hasta alcanzar el espacio superior. Su pasaje a través de los tres espacios convierten las elevaciones montañosas en perfectas representaciones de la comunicación axial. Las pirámides, por ello, son propicias en la duplicación del eje organizador. La subida a su cúspide donde se aposenta un templo es una elevación figurada al mundo celeste.
La ambivalencia figurada y la multiplicabilidad nos muestran el valor simbólico del centro del mundo como organizador espacial así como religioso. Lugar de comunicación al tiempo que de separación (pues enfatiza la distancia entre los espacios). Esta conexión del axis mundi con la plena manifestación del ser se expresa a menudo como una asociación con el Ser supremo a quien el eje da acceso. Este eje del mundo es atravesado a menudo y son tocadas sus cumbres en estado de éxtasis conseguido mediante técnicas espirituales. De ahí que el término axis mundi implique una intersección de planos a través de los cuales se puede alcanzar la trascendencia hacia otras clases de ser (www.ugr.es/~pwlac/G23_10Victor_Vacas_Mora.html).
Axis mundi es un término muy usado en antropología, de reciente aplicación a la prehistoria de Canarias. En La Palma, el arqueólogo Antonio Tejera creyó que el Roque Idafe tenía todas las garantías para ser considerado el axis mundi entre los awara. Sin embargo, el axis está más arriba, en las cumbres que contornean el inmenso cráter de La Caldera de Taburiente.
Por otro lado, el imago mundi (imagen del mundo) son las manifestaciones materiales realizadas por el hombre sobre un terreno sagrado, los amontonamientos de piedra con forma piramidal y los símbolos sagrados que los acompañas, los grabados rupestres; es decir, la visión del hombre como centro del universo representado en miniatura. El imago mundi como se repiten en el mundo habitado. El centro es precisamente el lugar en el que se efectúa una ruptura de nivel, donde el espacio se hace sagrado, real, por excelencia. El centro es la irrupción de lo sagrado en el mundo. Es pues a partir de un centro (un amontonamiento o un petroglifo) desde donde se proyectan los cuatro horizontes solsticiales. La morada es un imago mundi o réplica del orden cósmico proyectado en los cuatro horizontes a partir de un punto central que simboliza el axis mundi.
Axis mundi es metafóricamente el eje que une el centro del mundo terrenal con su arquetipo celeste, en nuestro caso figurado en el eje solsticial. Este eje cósmico se relaciona con la montaña sagrada, en cuya cima se juntan cielo y tierra.
En La Palma, todas las montañas sobresalientes que se encuentran entre Fuente Nueva (Garafía) y Pico Palmero (Tijarafe) representan la primera aproximación del axis mundi entre los awara. Todo gira en torno a esa estaticidad del axis como símbolo que dentro de la mitología natural era representado por las montañas más sobresalientes de la orografía.
El axis mundi es metafóricamente el eje que une el centro del mundo terrenal con su arquetipo celeste, en el caso que nos ocupa, figurado en el eje solsticial. Este eje cósmico se relaciona con la montaña sagrada, en cuya cima se juntan cielo y tierra, y a partir de la montaña con los amontonamientos de piedra. La visión del axis e imago mundi awara sigue el siguiente patrón: en el centro se encuentra la montaña sagrada, punto de encuentro con el cielo por medio de Abora. Las sagradas construcciones que allí cerca se encuentran (amontonamientos de piedra) tienen la misión de conectar con el eje del mundo (la montaña) para unir el cielo y la tierra.
Víctor Vacas Mora subraya que el axis mundi es imprescindible en la organización espacial cosmológica. Como centro de todo y comunicador entre los planos, es el elemento que brinda coherencia al sistema. A través de él se establece una difícil comunicación entre los planos, los cuales atraviesa este enorme eje cósmico. Centro del mundo, es un lugar donde de comunión entre los planos, sus fuerzas y seres que los pueblan. Es el punto donde la relación con lo sagrado es más eficaz y directa, un punto crucial que otorga al conjunto espacial la necesaria coherencia, organizando en torno suyo la integridad del cosmos, totalidad alejada del caos que queda fuera de sus fronteras, allí donde moran fantasmas, monstruos, seres demoníacos o los extranjeros. El término ”centro del mundo” se refiere a ese lugar donde todos los modos esenciales de ser se dan juntos; donde la comunicación e incluso el paso entre ellos es posible. El centro del mundo es el corazón de la realidad, donde lo real se manifiesta plenamente (Sullivan, 1987).
Puede ser un pilar, una montaña, una escalera... cuyo simbolismo refleje la comunicación entre los distintos espacios. En él se aúnan las fuerzas del universo. Su imagen, sea esta cual sea, goza de una función dinámica ya que es un lugar de paso activo y de transición donde se produce la unión de seres de diferente naturaleza, incluso opuesta. Es un lugar donde se resuelve la contradicción y la oposición a favor de la unicidad que el total demanda.
La gran cantidad de símbolos que pueden representar el centro comunicador aparece ante nosotros inmarcesible. El eje no solo responde a objetos materiales, empíricamente cognoscibles, sino que puede adoptar cualquier forma que la imaginación conciba. El ser humano, persuadido de su labor en la perpetuación o, al menos, en la continuidad de la existencia del cosmos reproduce en sí el axis, transfigurándose él mismo en el eje universal.
La montaña es un importante significante del centro y de la unión de espacios. El ascenso a la montaña simboliza el trayecto hacia el cielo. Surge del interior terrestre para elevarse a lo largo de este plano hasta alcanzar el espacio superior. Su pasaje a través de los tres espacios convierten las elevaciones montañosas en perfectas representaciones de la comunicación axial. Las pirámides, por ello, son propicias en la duplicación del eje organizador. La subida a su cúspide donde se aposenta un templo es una elevación figurada al mundo celeste.
La ambivalencia figurada y la multiplicabilidad nos muestran el valor simbólico del centro del mundo como organizador espacial así como religioso. Lugar de comunicación al tiempo que de separación (pues enfatiza la distancia entre los espacios). Esta conexión del axis mundi con la plena manifestación del ser se expresa a menudo como una asociación con el Ser supremo a quien el eje da acceso. Este eje del mundo es atravesado a menudo y son tocadas sus cumbres en estado de éxtasis conseguido mediante técnicas espirituales. De ahí que el término axis mundi implique una intersección de planos a través de los cuales se puede alcanzar la trascendencia hacia otras clases de ser (www.ugr.es/~pwlac/G23_10Victor_Vacas_Mora.html).
Axis mundi es un término muy usado en antropología, de reciente aplicación a la prehistoria de Canarias. En La Palma, el arqueólogo Antonio Tejera creyó que el Roque Idafe tenía todas las garantías para ser considerado el axis mundi entre los awara. Sin embargo, el axis está más arriba, en las cumbres que contornean el inmenso cráter de La Caldera de Taburiente.
Por otro lado, el imago mundi (imagen del mundo) son las manifestaciones materiales realizadas por el hombre sobre un terreno sagrado, los amontonamientos de piedra con forma piramidal y los símbolos sagrados que los acompañas, los grabados rupestres; es decir, la visión del hombre como centro del universo representado en miniatura. El imago mundi como se repiten en el mundo habitado. El centro es precisamente el lugar en el que se efectúa una ruptura de nivel, donde el espacio se hace sagrado, real, por excelencia. El centro es la irrupción de lo sagrado en el mundo. Es pues a partir de un centro (un amontonamiento o un petroglifo) desde donde se proyectan los cuatro horizontes solsticiales. La morada es un imago mundi o réplica del orden cósmico proyectado en los cuatro horizontes a partir de un punto central que simboliza el axis mundi.
Axis mundi es metafóricamente el eje que une el centro del mundo terrenal con su arquetipo celeste, en nuestro caso figurado en el eje solsticial. Este eje cósmico se relaciona con la montaña sagrada, en cuya cima se juntan cielo y tierra.
En La Palma, todas las montañas sobresalientes que se encuentran entre Fuente Nueva (Garafía) y Pico Palmero (Tijarafe) representan la primera aproximación del axis mundi entre los awara. Todo gira en torno a esa estaticidad del axis como símbolo que dentro de la mitología natural era representado por las montañas más sobresalientes de la orografía.
El axis mundi es metafóricamente el eje que une el centro del mundo terrenal con su arquetipo celeste, en el caso que nos ocupa, figurado en el eje solsticial. Este eje cósmico se relaciona con la montaña sagrada, en cuya cima se juntan cielo y tierra, y a partir de la montaña con los amontonamientos de piedra. La visión del axis e imago mundi awara sigue el siguiente patrón: en el centro se encuentra la montaña sagrada, punto de encuentro con el cielo por medio de Abora. Las sagradas construcciones que allí cerca se encuentran (amontonamientos de piedra) tienen la misión de conectar con el eje del mundo (la montaña) para unir el cielo y la tierra.
2 comentarios:
Me parecio muy interesante este texto y de mucha ayuda ya q me esoty informando sobre estos temas.
gracias
barbara
Me parecio muy interesante el texto , Y de mucha ayuda, ya q estaba interesada en estos temas.
gracias
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